La estación del antiguo ferrocarril ubicada en
la ciudad de Ypacaraí, también conocida como “Estación Tacuaral”, fue
construida mucho antes de la creación del distrito, y pese a ser uno de los
primeros tramos y, por ende, primeros edificios del servicio ferroviario, sus
instalaciones se encuentran entre las mejor conservadas del país.
El 27 de marzo de 1864, en vísperas de la
guerra contra la Triple Alianza, cuando la línea ferroviaria estaba en plena
expansión hacia el interior del país, fue inaugurada la Estación Tacuaral en el
lugar llamado “Guazú virá”, perteneciente entonces a la comuna de Itauguá.
Según el estudio realizado por la Arq. Sara Ferreira, la región situada entre
el Lago Ypacaraí y el valle de Pirayú era conocido con ese nombre por la gran
cantidad de venados que existían en la zona.
Los trabajos de extensión del tendido
ferroviario llegaron hasta Paraguarí, cuando se desató el conflicto (estaba
también proyectada la construcción de un ramal hasta el campamento militar
ubicado en Cerro León), pero el avance de las hostilidades y sus exigencias lo
impidieron. Entretanto, la Estación Tacuaral constituyó un punto estratégico de
abastecimiento. El servicio que centraba su actividad en el transporte de
soldados y material de guerra. Así, a principios de 1867, el célebre cañón Cristiano, fabricado en la fundición de
Ybycuí, fue trasladado hasta Asunción para su terminación y posterior envío a
la zona de combate (Curupayty en este caso). Desde Paraguarí hasta la capital,
recorrió todas las estaciones acompañado de música y numerosas personas, como
si de una procesión se tratase, tal como lo refiere el periódico El Centinela, en su edición del 9 de
mayo.
En el tramo final de la guerra, con la capital
y alrededores bajo ocupación enemiga y el ejército de López atrincherado en
Azcurra, la Estación Tacuaral se hallaba en la línea de encuentro entre las
vanguardia de ambas tropas. En julio de 1869, es tomada por los hombres del
conde D’Eu, quien se preparaba para aniquilar a los que todavía seguían
resistiendo. Después, el teatro de operaciones se trasladó al norte donde se
libró la última batalla.
En los primeros años de posguerra, la Estación
Tacuaral volvió a ser escenario de nuestra convulsionada historia política. El
15 de noviembre de 1971, habiendo el presidente Cirilo Antonio Rivarola disuelto
el Congreso en represalia por haber enjuiciado y condenado a uno de sus ministros, Bernardino Caballero y
José Segundo Decoud renunciaron a sus cargos en el gabinete, en protesta por la
disolución del legislativo. Por esa misma razón, a la que se sumaron otras
arbitrariedades del gobierno, en noviembre del mismo año se produjo la
Revolución de Tacuaral, calificada por el historiador Efraím Cardozo como la
primera revolución del Paraguay después del año 1811. La reacción del gobierno
permitió sofocar la sedición. Uno de los complotados, el exconvencional
constituyente de Pirayú José María Concha, fue fusilado sin más trámites. Por
su parte, el general Bernardino Caballero, también involucrado en el
levantamiento, fue detenido en Asunción y deportado después.
Cuando en 1887, un grupo de vecinos de la Estación
Tacuaral, entre los que se encuentran José Galo Guanes, Eustaquio Feliú, David
Baruch, Ramón Negrete, Dionisio Pérez y Eliseo Patiño, solicitaron al Presidente
de la República, general Patricio Escobar, la creación de un pueblo en dicho
lugar, en consideración al importante crecimiento y prosperidad que
experimentaba esa comunidad y que tornaba imperioso independizarla de la ciudad
de Itauguá. El general Bernardino Caballero, entonces Senador de la Nación, fue
uno de los impulsores del proyecto de ley de creación del distrito de Ypacaraí,
presentado al congreso el 10 de septiembre; sancionado y promulgado el 13 de
septiembre de ese mismo año.
En la primera mitad del siglo XX la ciudad de
Ypacaraí consiguió un importante desarrollo económico, principalmente gracias a
su ubicación estratégica como una de las vías de acceso a la capital. En su
estación, abordaban el ferrocarril numerosas personas y productos provenientes
de las cordilleras y de otros puntos del país. En consecuencia, diversos
acopiadores y una serie de casas comerciales, se instalaron en la ciudad, sumándose
asimismo a la población muchos inmigrantes.
En los años de la Guerra del Chaco, el ritmo de
la estación no disminuyó. Fue testigo del transito de millares de compatriotas
hacia el frente de batalla, al igual que el suministro de logística para los
combatientes. En contrapartida, recibía a los heridos que volvían del Chaco y
eran trasladados a improvisados hospitales de sangre, organizados en la ciudad.
Después vendrían los prisioneros de guerra y, concluida la conflagración, los
gloriosos soldados que fueron a defender nuestra heredad y regresaban a sus
hogares tras largos años de ausencia.
Mientras el servicio ferroviario siguió activo,
por la Estación Tacuaral transcurrió la historia de nuestro país. Vio pasar a
productores y comerciantes que llevaban sus mercaderías a la capital, a
estudiantes que seguían mejores horizontes y
a compatriotas que escapaban de sus empobrecidos pueblos en busca de
oportunidades laborales. También transitaron ante ella los que fueron a enfrentarse
al exilio, escapando de las persecuciones políticas, así como a las tropas
sediciosas o leales en las fratricidas revoluciones que han dejado su estela de
odios y divisiones. Muchos ypacaraienses, asimismo, acudían a ella cada mañana
para tomar el tren que los llevaría a sus distintos empleos o visitar Asunción,
donde estaban concentradas las principales actividades burocráticas del Estado,
para realizar trámites administrativos o simplemente para hacer compras.
Cuando se incrementó el tránsito terrestre a
través de la Ruta II y otras vías de comunicación con la capital, a lo que se
sumó la falta de modernización del servicio ferroviario que se volvió obsoleto,
la ciudad de Ypacaraí perdió su importancia de otros tiempos, en cuanto a punto
de acceso se refiere, y la Estación Tacuaral se fue quedando sola, sin el
trajín de otras épocas.
Hacia finales de 1990, tal como se consigna en
la reseña histórica de FEPASA, el único servicio regular que quedo, fue el tren
suburbano Asunción – Ypacaraí, cuyos clientes principales eran estudiantes
locales. Fue el último suburbano con tracción a vapor en el mundo, que dejo de
correr en abril de 1999.
Hoy, sin la llegada de los trenes, la Estación
Tacuaral permanece silenciosa “viendo pasar el tiempo” y constituye,
indudablemente, uno de los símbolos nurbanos de mayor importancia de la ciudad de Ypacaraí, que como tal debe ser preservado. No tenemos que esperar una
hipotética reactivación ferroviaria para que la estación vuelva a tener un
espacio protagónico, puede transformarse en centro cultural, museo o
conservatorio, para volver a aglutinarnos y seguir siendo parte de nuestra
historia.